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La suerte de Macri

jueves, 14 de noviembre de 2019 00:51
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O Lucky Man! conocida en Latinoamérica como “Un hombre de suerte”, es una película británica protagonizada por Malcolm McDowell. El protagonista es un vendedor de café que por un golpe de suerte tendrá que iniciar tareas mayores, antes de concluir su preparación.


Gracias a Dios para los argentinos, aunque la situación social que vive el país es mucho más crítica que 2001, “la suerte” del presidente Macri es mejor que la de Fernando De la Rúa. La crisis actual es la crisis económica y social más grave desde la salida de la Convertibilidad y el default. Tolerada y contenida por la esperanza que se generó a través de la derrota de Cambiemos en las PASO por algo más de 15 puntos.


Esta fue la razón que forjaría la esperanza de un verdadero cambio en las políticas públicas. Han sido parte de esta sensatez, moderación y comedimiento, el espacio político ganador, el sindicalismo y los movimientos sociales, quienes han contribuido junto a los medios, a que el gobierno del presidente Macri, no termine como el de Fernando De la Rúa. En términos de desempleo, al límite del mandato presidencial nos estaremos aproximando a 12%, alrededor de 40% de pobreza, técnicamente estamos en default, con el doble de endeudamiento y menos reservas.


En la crisis mundial de los años treinta, el desempleo en la Argentina alcanzó 13%. Por primera vez en la historia argentina, en 2001 había varios millones de personas que sufrían hambre. Esta es la segunda vez en menos de 20 años, con la sanción de una Ley de Emergencia Alimentaria, votada por el oficialismo. Situaciones sin precedentes en un país que en 2001 producía alimentos para 300 millones de personas. Hoy la Argentina produce alimentos para 400 millones, según el presidente Macri.
Luego de la explosión del dólar, durante el primer cuatrimestre de 2002, la inflación promedio había superado el 20% -menos que en los últimos seis meses de 2019-. Luego del estallido y no antes, la canasta familiar básica, que llevaba tanto el INDEC como las asociaciones de consumidores, daba cuenta de aumentos entre el 50% y el 60% en el precio de los consumos básicos de una familia promedio, donde el peso de los alimentos era muy relevante. Pero en el caso de la canasta de subsistencia, que es la que consumía el 14% de la población que estaba en la indigencia o pobreza extrema, la situación era realmente crítica. Esa canasta, que estaba integrada en un 80% por alimentos básicos y un 20% por medicamentos, constituía el único consumo de los sectores con menores ingresos. Quienes consumían sólo alimentos básicos y algo de medicamentos -las cámaras del sector daban cuenta de un aumento de 120% en el precio promedio de los mismos- que eran los más pobres, los que habían soportado una mayor inflación.


En tiempo de Duhalde la devaluación llegaría al 300%, después de 11 años de estabilidad- y en consecuencia, resultaba inevitable el traslado a precios en alimentos básicos y medicamentos, cuya relación con el precio del dólar estaba muy estrecha. Por esa razón, el gobierno de Duhalde estableció la Ley de los Genéricos-agosto de 2002- y, las retenciones.


Hoy todos los indicadores son una pesadilla, la devaluación en solo 4 años supera el 550% y un sinnúmero de medicamentos elementales superan la devaluación. En 2001/2002 esta era la variable más crítica en términos sociales y la que podía llevar a un estallido más violento, en la medida en que la inflación siguiera aumentando, sin que la economía se reactivara. Alberto Fernández ya lo vio y prometió resolverlo. Conjeturar lo que hubiese sucedido en 2020 con el plan: “lo mismo pero más rápido” (Macri). Es fácil entender cuando dicen: “perdimos pero ganamos”.


En conclusión, la posibilidad de que Macri continuara y tuviera lugar una profundización de la recesión, iba a poner a la Argentina frente al riesgo de un estallido social violento, agravado respecto al que vimos en Chile. Las cifras de desempleo actuales, y la falta de horizonte político claro para resolución de la crisis, terminarían llevándose puesto al mejor equipo suplente de los últimos cincuenta años. Macri, experimentando la paradójica derrota que tanto lo enojó, ha sido provisto de una inconmensurable y providencial escapatoria en medio de las llamas.


Al tiempo que Suramérica muestra una situación compleja, en la Argentina de Macri-Bullrich hubiera estallado una crisis social con represión, sin antecedentes. En tanto en Venezuela subsiste la inestabilidad política, Ecuador dejó secuelas, y en Colombia la guerrilla lleva 70 años. El panorama pudo ser virulento. Lula libre y Bolsonaro suelto, también comienza a preocupar, en medio de la catástrofe chilena y boliviana. El golpe de Estado de Bolivia, es con incendios furiosos de casas de funcionarios. Paradójicamente es una economía que viene creciendo por 12 años a un promedio del 5%, con escasa inflación, reduciendo a un tercio la pobreza. Los mejores números macroeconómicos de Latinoamérica de Chile, exhibidos como un estandarte de “lo que se debe hacer”, sucumben. Conjetúrese el país que combina lo peor de lo macroeconómico con estallido social, en un contexto histórico tan convulsionado.


En 2001 el colapso económico-financiero de la provincia de Buenos Aires, y el impacto del accionar de los movimientos sociales generaron un debilitamiento inédito del liderazgo político institucional y un creciente protagonismo de los movimientos sociales. En 2019 gracias a aquellas políticas sociales de contención iniciadas por Duhalde y Néstor Kirchner; la gobernadora saliente hoy está a salvo, en una provincia endeudada que destruyó empleo y Pymes, superando el promedio de desempleo a nivel nacional.
El riesgo De la Rúa, era que la Argentina mantuviera o profundizara la recesión en 2002 y planteaba una situación más grave que la de 1989, dado que el desempleo era el doble, y no había alternativa política resuelta para el recambio. El riesgo del horizonte: “haremos lo mismo, pero más rápido”, en medio de una grieta exacerbada como estrategia electoral, más un inocultable rebrote xenófobo, era más que arriesgado.


O Lucky Man! es una alegoría de las trampas del sistema. El contexto es la irreverencia, el surrealismo, la burla; en una sátira crítica de la dualidad política de época, la religión, y el cinismo empresarial. Sugestiva y coincidentemente la crítica cinematográfica con la actualidad, la duración es excesiva y la trama pesada.

Pablo Tigani
Máster en Política Económica Internacional

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Comentarios

14/11/2019 | 09:18
#149006
Gracias a esa mayoría del pueblo argentino que conservó buena salud mental lejos del odio al prójimo, esta caterva de arribistas, negociantes, saqueadores y entregadores de la soberanía esá en sus últimos dias. Ni sus cabezas llenas de odio, ni sus atiborrados bolsillos pudieron convencer a nuestro pueblo . Ojalá la vida pronto se encargue de todos y cada uno de ellos y de sus esbirros mediáticos y judiciales. Toda mi energía puesta en ese íntimo deseó

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