Columna de opinión del juez Morabito: “Volver a repensarnos”

lunes, 2 de septiembre de 2019 01:34
lunes, 2 de septiembre de 2019 01:34

Vivimos en un mundo convulsionado, especialmente en los tiempos que corren, sin detenernos ni siquiera un segundo a pensar qué nos pasa como sociedad y como personas que conviven con otras personas en ese mundo agitado.

Cotidianamente, somos testigos del daño que le hacemos al planeta y a los seres vivos que lo habitan, pero ello no pareciera conmovernos en lo absoluto, o al menos no a todos, seguimos viviendo como si todo fuera igual, justificamos en ocasiones la violencia, simplemente porque esa persona que no forma parte de mi mundo o de mi forma de pensar o actuar no tiene razón de ser en el mismo espacio que habito.

La violencia cada día más presente se apropia del mundo y lo vuelve intransigente y en ocasiones demasiado cruel, hay que aplicar más dolor al dolor y, por si no fuera poco, además debemos justificar y ser indiferentes frente a ese dolor.

En efecto, pensemos un instante que ante una pelea callejera (en el contexto que fuere), ya casi nadie intenta detenerla. Por el contrario, se filma y se viraliza en redes sociales y luego algunos justifican ese castigo (al que le suman más violencia) con argumentos irrazonables e inaceptables.

Vivimos en un país con 5 millones de niños pobres y 1 millón en estado de indigencia que se van a dormir con dolores de panza y de cabeza del hambre que padecen, un país que no sólo maltrata a su infancia en sus derechos humanos fundamentales, sino, además, a sus mujeres (155 femicidios en la primera mitad del año 2019) y ancianos que en la etapa de descanso de su vida deben lidiar con las burocracias y opresiones del sistema; un país donde se intenta justificar el ojo por ojo todos los días, un país que (aunque a algunos nos resulte intolerable) se integra de personas que se encargan de buscar razones, incluso, a las muertes de otras personas; vivimos en democracia pero también la democracia tiene sus víctimas y existen personas que lamentablemente buscan justificativos a la violencia que padecen otras personas. ¿En qué nos diferencia ello del que ejecuta efectivamente la violencia, sea otra persona o el mismo Estado? ¡Absolutamente en nada! Quien busca razones al dolor, daño o castigo que sufra otro ser humano, aun cuando ese ser humano haya actuado de manera reprochable, se convierte no sólo en igual de violento, sino además en PELIGROSO. Ningún castigo está justificado por fuera de las reglas legalmente establecidas, aun cuando ello no le quite su naturaleza intrínseca de castigo que provoca dolor y al que constantemente debemos revisar con el solo fin de que no se convierta en cruel, inhumano y degradante, pues si la violencia aun reglada legalmente en ocasiones es cuestionable e inaceptable, imaginemos la que no lo es.

Debemos volver a repensarnos como personas y como sociedad, en definitiva, como Estado, pues la violencia genera una sola cosa: ¡ODIO! Ya existe demasiado de ello en este mundo cobrándose día a día la vida de muchos seres humanos inocentes y vulnerables; debemos repensarnos para verificar si ese enojo e intolerancia lo estamos transmitiendo a nuestros hijos, pues será la forma en que ellos actuarán ante las injusticias y miserias del mundo. Simplemente se trata de recuperar nuestra tolerancia y abandonar egoísmos e indiferencias, para vivir en un mundo de paz  sin violencia, simplemente, en un mundo (al menos) un poco mejor.n
 

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