Opinión

¡El Rey está desnudo!

domingo, 5 de abril de 2020 00:45
domingo, 5 de abril de 2020 00:45

Por CPN Germán Vittore

En épocas del Coronavirus

En la anterior columna reflexionábamos cómo, ante la pandemia del Covid-19 (coronavirus), el mundo se volvió “populista”. Ya que casi todos los Estados que integran el mismo, se encuentran invirtiendo y gastando para contener y sobrellevar la propagación del virus -tratando de cuidar a su población- y ayudando a sus paralizadas economías. 

En términos de la ciencia económica podríamos decir que, cuando las papas queman, hasta los Estados más “(neo)liberales” dejan de lado su impronta, se activan y se convierten sin pudor alguno en “keynesianos”. 

Abro paréntesis. Necesariamente nos debemos preguntar ¿Por qué será que hoy, guste o no, todos honran las premisas económicas de John Maynrad Keynes? ¿Será que aplicadas, correctamente y en su justa medida, son realmente beneficiosas para las mayorías? ¿Por qué hoy, guste o no, todos aceptan que el Estado es el único garante ante cualquier desastre? Cierro paréntesis.

Dentro de las innumerables cosas que asombran ante la magnitud de esta crisis sanitaria mundial y la necesidad de cuidarnos entre todos, desde la perspectiva económica, asombra cómo de pronto (en un chasquido de dedos) el “Dios Mercado” pareciera que desapareció y el tan defenestrado “Estado” paso a tener la relevancia y el valor que siempre tuvo y nunca debió dejar de tener. 

Nuestro país es un claro ejemplo de esta dicotomía si contemplamos lo realizado por Macri y su grupo de CEO los últimos 4 años y lo que están realizando los Fernández hoy (neoliberalismo vs. keynesianismo -ambos explícitos-). Es de destacar que el actual Gobierno Nacional es reconocido mundialmente por la empatía y firmeza con la cual está llevando adelante la premisa de: “primero la salud y después la economía” (¿Cuál hubiera sido la de Macri si nos siguiera gobernando? ¿No es difícil de imaginar, no?). 

De pronto grandes líderes (dejando de lado casos para el psicoanálisis o la psiquiatría como los de Bolsonaro o Trump) que representan a grandes naciones del orbe, como Macron en Francia, que hasta hace poco pregonaban e impulsaban rebajas en la seguridad social y en la salud estatal (intentando achicar a sus Estados en una gran demagogia de austeridad). Hoy, ante la cruda realidad de salvar al pueblo de sus naciones, elogian y valoran la gratuidad y la amplia cobertura del sistema de “salud pública” e intentan de manera denodada que el Estado salvaguarde, contenga y socorra a sus golpeadas economías locales. 

Todo esto ocurre ante el silencio sepulcral y la mirada atónita de todos aquellos que pregonan el “libre Mercado”, la desregulación, la reducción de la inversión pública, las privatizaciones de los recursos naturales y las prestaciones de los servicios elementales, el endeudamiento externo, las finanzas (ante todo) y la “meritocracia”. Hoy, “el Rey está desnudo”.

Hoy queda en evidencia que si queremos un mundo mejor, más equitativo, con las mismas oportunidades, los mismos derechos y garantías para todos sus habitantes no podemos seguir subyugados por las grandes potencias imperiales y los poderes económicos y financieros globales que imponen sus leyes y reglas para garantizar sus beneficios y privilegios a costa de la postergación de los países periféricos y de gran parte de los que habitan este gran orbe. 
Hoy se evidencia la importancia de Estados fuertes, presentes, inclusivos y sensibles (¡“Populistas”!); que las y los enfrenten y gobiernen priorizando el bienestar general de toda su población. 

 

“El traje del Emperador”

En el cuento de Hans Christian Andersen (“El traje del Emperador”) unos farsantes tejedores cobran grandes fortunas a un ingenuo y vanidoso Rey (Emperador), haciéndole creer que confeccionarán el más hermoso traje que poseerá la maravillosa virtud de tornarse invisible ni bien lo mire un incapaz o un imbécil. 

De esta manera, obsecuentes funcionarios y cortesanos alababan sin pudor alguno la prenda inexistente. El engaño fue develado cuando el Rey en procesión por el pueblo para exponer su magnífico traje, ante el silencio y la mirada atónita de la multitud, un niño exclamó asombrado: ¡El Rey está desnudo! (espabilando, al fin, al pueblo entero). 

De la misma manera los “farsantes neoliberales y poderosos del mundo” le hacen creer a todos sus habitantes que sus magníficas recetas de libre mercado, concentración, desregulación, privatización y financiarización de la economía poseen la maravillosa virtud de garantizarles derechos y servicios esenciales y los hará más libres, prósperos y felices (una vez que llenen sus arcas casi sin fondo y derramen sobre todos ellos sus sobras). 
Hoy, tal cual fuera el niño en el cuento de Andersen, esta gran pandemia devela este monumental engaño ante el preexistente silencio y la mirada impávida de todos (¡espabilándonos!). 

Hoy, ante el Coronavirus, ¡el Rey (Mercado) está desnudo!
 
 

 

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