OPINIÓN

¡AGARRATE, CATALINA! Las telecomunicaciones declaradas servicios esenciales. Comienza la cruenta lucha

domingo, 30 de agosto de 2020 00:59
domingo, 30 de agosto de 2020 00:59

¿Mercancía o un derecho?

¿Las telecomunicaciones y la conectividad (a la gran red mundial), en el mundo moderno y cibernético de hoy, serán imprescindibles para insertarse, interactuar y convivir en él? ¿Alguien puede no reconocerlo? Más si contemplamos la delicada situación a la que nos arrojó esta pandemia, donde estas tecnologías son aun más necesarias para cualquier índole de la vida cotidiana, ¿no?


¿El acceder al conocimiento, educación, información y entretenimiento, a distancia y a través de medios electrónicos, puede ser una pesada carga o estar restringida o privada a parte de la población según su condición socioeconómica? 
¿Será un privilegio solo para aquellos que pueden afrontar el costo del servicio (que fija a su antojo un concentrado mercado) o será un derecho al que todos deberían poder acceder de manera equitativa, justa y a valores razonables (supervisado por el Estado)?


¿Qué les parece? ¿En pleno siglo XXI el acceso a estas tecnologías y servicios son una mercancía o un derecho? Reconozcamos nuestros derechos, sino todo estará perdido. 

Por fin algo de “rock and roll”

En sintonía a lo expuesto, el gobierno de “Les Fernández” tomó la decisión de volver a declarar servicios públicos esenciales y estratégicos a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y congelar su valor hasta el 31 de diciembre; dejando de rogar peras al olmo en tono dialoguista, de esperar algo de empatía y poniéndole un poco más de “rock and roll” a su gestión (adicional al heredado y pandémico baile, modificando al fin algo del status quo imperante).


De esta manera desanda el camino libertino del gobierno de Cambiemos, que modificó ni bien asumió la Ley N° 27.078 que en 2014 los declaraba como tales, y convierte nuevamente de “precio (privado)” a “tarifa (pública)” el importe que abonan los argentinos por los servicios de # telefonía fija o móvil, # internet y # televisión por cable o satelital. Es decir que dejan de ser determinados unilateralmente por un grupo concentrado de empresas (oligopólicas, opacadas por el grupo Clarín), que bajo el amparo de una falsa ley de oferta y demanda esquilman los bolsillos de miles de millones de cautivos usuarios (ahora exclientes), para pasar a ser regulados por el Estado. Es decir, dejan de ser una simple mercancía y se los reconoce como un derecho esencial para todos.


No hay confiscación ni nacionalización alguna (nadie va a desaparecer, por ejemplo ¡TN no va a desaparecer!, ¿se acuerdan como martillaba el Grupo Clarín cuando se trataba la ampliamente consensuada y nunca aplicada -por la parcial justicia y luego derogada por Macri- “Ley de Medios”?), sino que el Estado va a (intentar) regular/mediar en este concentrado mercado en pos de evitar los abusos a los que nos tienen acostumbrados.

Jaula de leones, pero solo uno es el Rey


El mapa de los actores que prestan, a gran parte de la población argentina, los servicios de “triple play” (telefonía fija, internet y contenidos audiovisuales -TV y demás-) o “cuádruple play” (agregando la telefonía móvil) o que disponen de diarios en todos sus formatos, canales de TV, radios, etc., es bastante reducido.


Para tomar alguna noción de la concentración según la “Media Ownership Monitor (MOM) Argentina” solo cuatro grupos, siendo el principal Clarín, reúnen el:


    74,18 % de la venta de diarios,
    56,7 % de la audiencia en la TV (abierta y paga), y
    53 % de la escucha en radios.


Además conocemos que tres grandes empresas, Telecom (de Clarín), Movistar (de la española Telefónica) y Claro (del mexicano Slim), acaparan casi la totalidad del servicio de telefonía móvil y conectividad.
El Grupo Clarín es el indiscutido “Rey León” dentro de esta selecta selva, su nivel de concentración en el mercado de las telecomunicaciones es histórica en nuestra República y única en América Latina; con la fusión permitida en la era Cambiemos de Cablevisión y Telecom, es el único que logra ofrecer el “cuádruple play” a más de 30 millones de usuarios en casi todo el País. Esto le permite dominar a nivel nacional el: 


   42% de la telefonía fija, 
   34% de la telefonía móvil, 
   56% de las conexiones a Internet por banda ancha, y 
  40% en TV paga.


Pero sus garras no solo abarcan la televisión abierta y por cable, la radio AM y FM, la conectividad fija y móvil, los derechos de exhibición de contenidos de interés público, diarios y revistas en todos sus formatos, etc. sino que además posee junto a su aliado “La Nación” el monopolio de la producción de papel.


Todo esto convierte al “Rey León” no solo en una de las principales empresas del país por su nivel de facturación logrado (“pungueando” usuarios) sino que le otorga un poder de influencia en la opinión pública cada vez más asombroso (que sabe utilizar con acabada experiencia en pos de representar los intereses del poder real que integra).   

¡Agarrate, Catalina!

A los pocos días de “patearle los genitales al león” regulando este mercado y reinstalando este derecho esencial, inesperada y asombrosamente de repente un expresidente (¿un mensajero?) vaticina un “golpe de Estado”. ¿Simple coincidencia del destino? Difícil de creer, ¿no?


Pararse de manos frente a la locomotora del poder real, su brazo ideológico y mediático (obsecuente/partícipe de la oposición política, que miente, manipula y emana odio constantemente), le costará sangre, sudor y lágrimas al gobierno actual.
Más allá de la próxima marcha de embanderados con pancartas de “Todos somos Clarín”, la batalla será cruenta, como siempre lo fue cada vez que administra nuestro Estado un gobierno popular y progresista.


Espero que el gobierno del “Frente de Todos” tenga la unión, fortaleza y convicción para soportar las cotidianas y recurrentes estocadas desestabilizadoras que sufrirá (y no termine “retrocediendo en chancletas” como ocurrió con la expropiación de Vicentin y con el proyecto de impuesto a las grandes fortunas -que al parecer al fin se presentará-) y que la ciudadanía reconozca que se luchará por sus derechos y se arremangue en sintonía. Esto último será determinante sino ¡“Agarrate, Catalina”! 

Por Germán Vittore
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