OPINIÓN

Ahora tenemos que debatir

lunes, 7 de septiembre de 2020 01:56
lunes, 7 de septiembre de 2020 01:56

En estos últimos años hay palabras que han ocupado mucho espacio en distintos medios de comunicación y que salen de las expresiones de políticos, periodistas, analistas de la política, no solo en estos ámbitos y la usan en diversos temas, como una condición necesaria para superar situaciones de distintos tipos.


Debatir, según la Real Academia Española: “Dicho de dos o más personas. Discutir un tema con opiniones diferentes”, se agrega a esta definición para darle mayor claridad “exponiendo sus ideas y defendiendo sus opiniones e intereses”. Sin dudas que es una manera que desde lo cultural  aporta al contenido social que debe convocarnos a superar diferencias y, encontrar puntos comunes en el que podamos establecer una base para que todo aquello que nos separe sea motivo de unión o fortalezca conceptualmente un genuino modo de formular proyectos, cambios, programas.


Las diferencias sobre temas comunes que ponen en riesgos una sociedad merecen ser objeto de debate, si confrontamos ideas en un marco referencial común, no puede haber algo que sea tan diferente que nos aleje de un sentido de responsabilidad social, que ponga en riesgo el bien común, el debate sirve para marcar diferencias pero no objetar modificaciones a la idea común, ni éstas no ser consideradas en el contexto que implica una realidad complicada, es en estas circunstancias que cobra un valor superlativo el debate.


Es un buen ejercicio el debatir temas que comprometen a distintos estamentos de una sociedad en tiempo de crisis. La multiplicidad de factores que se incorporan a una situación complicada, deben ser contemplados en su verdadera dimensión y ser ellos los generadores de debate, no tenemos individualmente la suficiente capacidad de abarcar una problemática y generar la solución sin que ella sea una manifestación cargada de personalismo por una interpretación que merece una amplia visión de la complejidad que representa. Los criterios de solución en situaciones extremas, más allá de la carga de responsabilidad que tiene un representante del pueblo, no tiene por qué  excluir a aquellos que con experiencia conocen el tema o la problemática, es de buena gestión apoyarse en aquellos que mediante el debate aportan para establecer reglas de juego claras y que  marginen todo aquello que despierta dudas y no son consideradas necesarias para el bien común que en tiempo de crisis está en juego.
Es enriquecedora la experiencia de países que han hecho un culto al debate, la pluralidad del debate es la mejor manera de encontrar variantes que aporten a  la solución de problemas con conclusiones que pueden o no ser definitivas, pero dentro de un sistema de debate éstas pueden ir acomodándose y sostenerse  en el tiempo como un ejercicio generoso que evite diferencias polémicas que poco contribuyen a ser lo que se necesita. El debate serio, creativo debe ser “fluido, con información y argumentos de calidad,  equilibrado, escuchar distintas posturas”, dentro de un marco de formalidad necesario y respetuoso de principios esenciales que hacen a la responsabilidad que a cada uno le cabe en el ámbito que se desempeña, sin subestimar ni establecer condiciones, porque lo condicionante es la situación de crisis. Joseph Joubert  decía: “El objeto  de toda discusión no debe ser el triunfo, sino el progreso”, ese es el núcleo de la cuestión, elaborar el progreso está claro, discutir no es pelear, es intercambiar ideas que comprendiendo la magnitud del problema generen la solución, es debatir. El debate siembra una semilla para que impacte en una sociedad necesitada de procesos creativos, unificadores que sean aportes necesarios a una evolución sostenida que acerque las diferencias que las grietas producen.


Diálogo y comunicación son lo mismo. En estos tiempos la comunicación ocupa un lugar preponderante, el diálogo no. Muchos de nuestros gobernantes pierden el tiempo comunicando, algo que mejor hacen los periodistas y muchas veces adelantándose a ellos, no son buenos en establecer diálogos enriquecedores porque anteponen cuestiones personales o partidarias, cuando la realidad que compromete a este país es una verdadera encrucijada que necesita de la aptitud de escuchar, la comunicación no escucha, transmite, lo que transmite el debate es otra cosa, que puede valorarse un contenido y sobre el mismo generar acciones o tomar decisiones, que aporten a la sustentabilidad de proyectos y que los mismos sean consecuentes con la necesidad que hoy tenemos los argentinos.


Los argentinos hemos perdido mucho de nuestro tiempo escuchando en campañas políticas cómo los candidatos comunican lo que después no harán, es realmente una mísera manera de atraer electores confundidos, los debates a que asistimos, si bien tienen valor comparativo, están más bien relacionados con la capacidad comunicacional de cada participante, porque cada uno expresa sus ideas en base a lo que su partido o individualmente piensan, distinto sería si el mismo se transformase en temáticas orientadas a  no distorsionar lo que estamos viviendo, viendo y sufriendo, las especulaciones electorales deberían estar sometidas a reglas de justicia que castiguen a aquel que promete y no cumple, para así darle mayor seriedad y se configuren debates más enriquecedores, no entre enemigos, sino entre argentinos de bien, que buscan instalar el bien común que la democracia propone.


La política es imprescindible a toda organización social, los políticos tienen que ser respetuosos de este principio que hace a la cultura de los pueblos. Interpretar los beneficios de la política es abrir la puerta a la necesidad de dialogar, debatir, consensuar y disentir, es darle el marco creativo necesario para tratar de resolver o resolver los problemas que a sociedad comprometida y con complejidad social muy instalada, como la nuestra, se hace necesario la madurez de los políticos para debatir políticas superadoras, creativas.


El debate, es la deuda pendiente que los argentinos reclamamos a nuestros políticos   como una muestra de madurez, lejos de personalismos y partidismos inconducentes. ¿Será por eso que hoy estamos así?  
 

Por Dr. Alejo Jesús Arias
DNI 8.413.663

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