(*) Rodrigo Morabito
Cotidianamente nos quejamos y criticamos el comportamiento de los adolescentes y jóvenes, sin embargo, a lo largo de los años en mi trabajo en la justicia juvenil he podido observar que el gran problema que tienen los chicos y las chicas es lo que traen incorporado del mundo adulto que los rodea. 

Claro que las generalizaciones no son buenas casi nunca. Al menos no en todos los casos los adultos son el detonante de un mal comportamiento de los más jóvenes, no obstante, quizás algo esté faltando y tal vez por algo desean llamar la atención. 
Entonces la pregunta es ¿los niños hacen lo que miran en su casa? no siempre, no todos, pero sí, los niños y las niñas tienden a hacer lo que miran en casa, y no hay dudas de que esto ocurrirá si  va acompañado de una notoria muestra de aprobación; como por ejemplo, tomar alcohol, menospreciar a otros niños y niñas, mirarlos de una manera u otra de acuerdo a su posición económica, resolver los conflictos en forma violenta, etc.

En definitiva, es muy importante tener en cuenta que los niños no poseen conocimientos sobre el funcionamiento de la sociedad en la que habitan. Su entendimiento sobre las relaciones con otras personas, la manera de comportarse en un determinado momento y lugar, así como lo que se debe y no se debe hacer proviene directamente del comportamiento que observen en sus padres.
En este sentido, debe también aclararse, que cuando estos niños y niñas actúan de una forma transgresora, ello tiene que ver mucho con la forma en que esos chicos han vivido y, por qué no, recibido, una correcta educación, contención y límites impuestos a tiempo por parte de sus padres. 

Sin dudas que el mundo adulto es el que marca el rumbo de los más jóvenes y, si ese rumbo en el desarrollo de su vida no está signado por los límites o los ¡NO! a tiempo; quizás esos niños y adolescentes encuentren dificultades en la forma de relacionarse con sus semejantes e incurran en excesos transgresores que los lleven a tener dificultades no solo en los distintos ámbitos en donde se desarrollen, sino, posiblemente además, con la ley penal. 

En conclusión, cuando en los medios de comunicación, en los comentarios del barrio o en los pasillos de las escuelas, se mencione a cerca del comportamiento inadecuado o transgresor de uno o varios niños o niñas; deberíamos comenzar a preguntarnos qué pasó en su historia de vida con el mundo adulto que lo rodea y en cuanto influyeron estos últimos en ese comportamiento inapropiado, pues, los niños, niñas y adolescentes no hacen otra cosa, reitero, sin generalizar; que comportarse y reaccionar, de acuerdo con los valores que han aprendido e incorporado desde su hogar. 

(*) Juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor Adjunto de Derecho Penal II (UNCA). Miembro de la Mesa Nacional de Asociación pensamiento Penal. Miembro de Ajunaf. Miembro de la Red de Jueces de Unicef. Miembro del capítulo argentino de Magistradas y Magistrados por los derechos sociales y la doctrina franciscana.