Columna de opinión

De “tinchos”, “chetos”, “negros”, “villeros” y otras yerbas

lunes, 13 de junio de 2022 00:47
lunes, 13 de junio de 2022 00:47

Hace unos días, se pudo conocer que el hijo de Valeria Maza y Alejandro Gravier conocido como Tiziano Gravier, sufrió una fractura de mandíbula con desplazamiento al ser atacado a golpes a la salida de un boliche en la ciudad de Rosario, por ser considerado un “tincho”. 

Ese calificativo, suele ser utilizado de manera despectiva para definir a las personas que pertenecen a una clase social determinada, esto es, un joven de clase media-alta que suele usar las redes sociales para ostentar su dinero y objetos materiales.

Algo similar ocurre con el término “villero o villera”, para referirse (también de forma despectiva) a personas que pertenecen a los sectores de las villas o barrios pobres del país y que están asociados por lo general al delito o la “mala vida”. 
Estas identificaciones absolutamente absurdas de pertenencia a diferentes clases sociales en razón a la mejor posición económica, forma de vestirse o hablar, es algo que se vive a diario en todas las provincias de la Argentina y en razón a ello jóvenes y adultos se discriminan, se odian y se violentan. Increíble pero cierto. 

Ahora bien, esa falta de tolerancia, aceptación y empatía por el otro es también una constante que se vive no solo en las calles, sino además en las redes sociales; simplemente las personas se clasifican y se ubican en un determinado sector social y todo aquel que no congenie con esa forma de vivir o ver la vida no puede ser aceptado o aceptada. En otras palabras, hemos establecido una división social inentendible e inaceptable. Pero ¿cuánto tiene que ver la familia o la forma de crianza en esto?, en verdad creo que bastante.  

No hace mucho, también en nuestro país, una mujer reprendió a su hija de diez años porque en el tren se había sentado al lado de un “villero”. El chico escuchó a esa madre con total claridad, sin embargo, le restó importancia, no le contestó, se colocó los auriculares y siguió viaje sentado en soledad. A las ocho de la noche de ese 5 de agosto de 2019 tenía que estar ingresando a su puesto laboral de enfermero, pues trabajaba desde hacía un año en el área de Unidad Coronaria de la Clínica Avellaneda en la provincia de Buenos Aires. Evidentemente las apariencias engañan y demasiado. 

No obstante, esto no es lo importante a tener en cuenta, sino lo que realmente le estamos transmitiendo a nuestros hijos e hijas, esto es, si nos estamos preocupando por enseñarles que vivimos en una sociedad diversa, en donde habitan personas con diferencias de gustos, de formas de vida, con elecciones propias y que no por eso debo reaccionar de una manera violenta o discriminatoria; quizás sea una utopía de mi parte, pero lamentablemente cada vez existe menos tolerancia y empatía hacia otras personas. 

En definitiva, no importa si los chicos y las chicas son un “tincho”, un “cheto”, una “milipili”, una “rocha” o un “villero” o una “villera”; si son del norte, del sur, del este u oeste, esas son clasificaciones basadas en la estupidez de una sociedad que necesita legitimarse cada vez más a través de la diferencia, la discriminación o la violencia; como si se tratara de una guerra de clases encubierta, pues, así como la gente de “clase alta” llama “negros” a quienes son de una “clase económicamente menos pudiente o baja”, esto que ocurrió en Rosario es la contracara que se hace desde quienes conocen más el barro o las carencias de la vida. Habitualmente es una puja a la que le solemos restar importancia, pero que en este caso se tradujo en una inaceptable situación de violencia. 

Sin dudas que depende mucho de la familia y de los encargados de la crianza de los chicos y chicas evitar que vivan en la superficialidad de las cosas y que requieran tener mayor aceptación de la que realmente precisan, pero ante todo, los adultos deben procurar (casi como una premisa fundamental) que los más jóvenes sean tolerantes, empáticos y no violentos. 

Rodrigo Morabito
Juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor Adjunto de Derecho Penal II (UNCA). Miembro de la Mesa Nacional de Asociación pensamiento Penal. Miembro de AJUNAF. Miembro de la Red de Jueces de UNICEF. Miembro del capítulo argentino de Magistradas y Magistrados por los derechos sociales y la doctrina franciscana. 
 

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