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El día que robaron la Mona Lisa

El 21 de agosto de 1911 robaron en el Museo del Louvre el famoso cuadro La Mona Lisa.
lunes, 16 de agosto de 2010 00:00
lunes, 16 de agosto de 2010 00:00

Tiempo atrás la Mona Lisa no gozaba de la popularidad que hoy la acompaña, de hecho, a principios del siglo XX la misma ocupaba un un salón compartido con otras pinturas, no como pieza central, sino como una obra más de la exhibición.
Este era el salón Carré, en el cual se exponía arte del Renacimiento. La seguridad era tan laxa en el mismo que tras ser robada, debería pasar un día corrido hasta que el pintor Louis Béroud, quien iba solamente de visita al museo, notara un faltante en la pared.
Théophile Homolle, curador del ala egipcia, encargado del museo ya que el director del Louvre estaba de vacaciones, llamaría a la Policía de Paris. Al llegar los oficiales, rápidamente implementarían un cerrojo y el museo cerraría sus puertas durante 7 días y medio, donde una frenética búsqueda se desarrollaría con el fin de encontrar la pintura. Búsqueda que resultaría inútil, ya que la misma no apareció, sólo su marco descartado.
Decididos a marcar un ejemplo los investigadores confeccionaron una larga lista de sospechosos, entre ellos Picasso, a quien lo citaron a declarar. Pero ninguno de los entrevistados parecía ser el culpable. En efecto, la Mona Lisa parecía haberse perdido para siempre.
No tardarían en aparecer todo tipo de conspiraciones y teorías del por qué del robo. Entre las más graves estaba la que sostenía que el robo fue organizado por el gobierno alemán para deshonrar a Francia. Tal sería la fuerza que tomaría la misma que un incidente internacional casi ocurre cuando los alemanes comenzaron a decir que era todo un complot francés.
Pasarían dos años y el comprador italiano de arte Alfredo Geri recibiría una carta ofreciéndole la pintura robada. Aunque incrédulo, Geri, que no quería problemas, daría aviso a uno de los administradores del museo Uffizi, quien le recomendó responder la carta. Este acataría el consejo y arreglaría con el misterioso vendedor una cita en Milan. Quien, tras presentarse bajo el seudónimo de Leonardo Vincenzo, comentó que quería vender la obra a un museo italiano por medio millón de liras en un acto patriótico de devolver a Italia los tesoros robados por Napoleón -curioso, ya que fue el mismo Leonardo quien llevó su obra a Francia y la vendió al Rey Francis I por varios cientos de onzas de oro-. Tras reconocer la obra como original, y dar aviso a la Policía, el hombre cuyo nombre real era Vincenzo Perugia y trabajaba como carpintero en el Louvre, sería apresado.
Sin embargo, a Perugia se le daría sólo una condena simbólica, ya que la gente lo alentaba como todo un patriota. La pintura recorrería por toda Italia antes de ser devulta al gobierno francés, y curiosamente, en un vuelco del destino, el incidente sería el primer escalón hacia la fama que goza actualmente.
 

Curiosidad: Posteriormente se sabría que Perugia no estaba sólo, y este había sido prácticamente convencido por un estafador argentino de nombre Eduardo Valfiemo. Valfiemo trabajaría junto al copista Chaudron durante los años en los que la pintura estuvo desaparecida vendiendo copias muy hechas de la obra maestra.

Más información: http://es.wikipedia.org/wiki/La_Gioconda

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